Estamos en un año en el que se prefiere mil veces el videojuego OASIS al cada vez más sombrío mundo real.
Un mundo dónde el respeto y la crítica constructiva se desvanece en pos del derecho a "exigir lo mejor y quejarse" de la forma y el modo que sea, inclusive de forma dañina y humillante, y si puede ser echando más leña al fuego mejor. Cada uno tendrá sus propias razones y argumentos para evadirse. Ya sabemos que es más fácil criticar y quejarse que aportar, arrimar el hombro, o construir un entorno más agradable y más respetuoso y humano para todos.
Un mundo dónde la crisis energética global convive con el control de los recursos que quedan y aún así, disponen de energía para jugar y evadirse en OASIS.
Un mundo dónde el respeto y la crítica constructiva se desvanece en pos del derecho a "exigir lo mejor y quejarse" de la forma y el modo que sea, inclusive de forma dañina y humillante, y si puede ser echando más leña al fuego mejor. Cada uno tendrá sus propias razones y argumentos para evadirse. Ya sabemos que es más fácil criticar y quejarse que aportar, arrimar el hombro, o construir un entorno más agradable y más respetuoso y humano para todos.
Un mundo dónde la crisis energética global convive con el control de los recursos que quedan y aún así, disponen de energía para jugar y evadirse en OASIS.