11 julio 2011

Serious games y mundos virtuales "para dentro de 10 años"



 

“La ciencia se ha convencido de que la Ficción no es sino el nombre que los sabios le van dando a ciertas verdades para disimular su ignorancia.”
Salomón Derreza “Vivir o morir en el siglo XXI”



El género literario que se ha llamado Ciencia Ficción, es referido al crear o imaginar la ciencia de modo disimulado, de una manera oculta, planteando desde la imaginación o por medio de ella, lo científico. El planteamiento científico-tecnológico literario, no se considera propio de la ciencia, pero para el desarrollo de los proyectos científicos, ¿qué haríamos sin la imaginación?


Cómo indica y muestra la NASA en el Glen Research Center existe un patrón histórico que surge de las grandes visiones de la ciencia ficción que ha inspirado la realidad actual. Hay una exhibición en el Kennedy Space Center "Where Science Fiction Meets Science Fact." que celebra 50 años de vuelos espaciales tripulados. Una exposición que combina la tecnología, la innovación y la exploración de la NASA con las aventuras de Star Trek, uno de los programas de ciencia ficción más populares de la televisión en todo el mundo.

El hecho de no saber cómo hacer algo hoy no quiere decir que sea imposible. Tal vez ocurra lo mismo con la ciencia ficción actual.

En una reciente acción formativa presencial en relación a los serious games que impartía en el IAAP (Instituto Asturiano de Administración Pública Adolfo Posadas )  planteé el reto/juego/adivinanza de identificar al autor y la novela de ciencia ficción que inspiró la bomba atómica y el nombre del científico que así lo reconoció. Ejemplificaba así también cómo la novela de ciencia ficción Snow Crash (1992) de Neal Stephenson inspiraba a Philip Roselade, fundador de la empresa Linden Lab, a la creación del mundo virtual de Second Life (1993). 

Julio Verne y H.G. Wells son considerados las figuras más relevantes de la literatura de ciencia ficción de finales del siglo XIX y principio del XX.  

H.G. Wells, en su novela El mundo liberado (1914) describe la construcción de una bomba de uranio que denomina "atómica" e imagina qué sucedería si el lento decaimiento radiactivo del uranio (que tarda siglos) sucediera instantaneamente, liberando esa enorme cantidad de energía. El físico Leo Szillar se inspiró en esta novela para describir el proceso de la reacción en cadena en 1933.

Es cuestión de imaginación y los límites los ponemos nosotros mismos.  

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